Has hecho un buen trabajo. Qué bien se te da cantar. Tienes una facilidad innata para solucionar problemas. Me encanta cómo enfocas las cosas que te pasan. Eres un crack del bricolaje… Son algunas de las fórmulas que utilizamos para reconocer habilidades en los demás, aunque sea algo en lo que no nos prodiguemos tanto como parece. ¿En qué nos beneficia reconocer lo bueno en los demás? ¿Y aceptar el que nos hacen los otros? ¿Practicamos el autorreconocimiento? Sienta bien, sienta más que bien cuando alguien nos señala el valor de nuestro esfuerzo; ese momento en el que la otra persona nos dice, verbal y gestualmente, que hemos hecho un buen trabajo. Entonces, ¿por qué no lo practicamos más? La dificultad reside tanto en el emisor como en el receptor, ya que, si bien nos cuesta agasajar a los demás mediante el reconocimiento, a nosotros también nos resulta difícil recibir esa forma de gratitud. En entornos sociológicos consideran que todo está en una falta de costumbre,...