Es posible que respondamos que no, que lo neguemos; a no ser que estemos a punto de descender a toda velocidad por el carril de una vertiginosa montaña rusa, o quizá mientras, parapetados detrás de un cojín, estemos viendo una película de terror. ¿Te suena?
El miedo es una de las emociones primarias y que como tales forman parte de nuestro modo de ser y estar en el mundo; se sitúa en la base de otras conductas que mostramos a los demás, como la ira o la tristeza. Se puede tener miedo a muchas cosas y aunque haya héroes forjados y magnificados en nuestro acervo cultural, lo cierto es que el más valiente suele ser aquél que se enfrenta al miedo y no el que no lo tiene.
Negociar con la emoción
A veces el miedo aparece ante la posibilidad de un cambio, de forma que por muy elevado que sea nuestro nivel de malestar, aunque nos sintamos desdichados e infelices, es posible que prefiramos quedarnos en nuestra zona de confort, sin mover nada. Otras veces esta emoción aparece en el momento de decir no, al marcar nuestro territorio emocional, nuestros límites. El origen puede estar en nuestras creencias limitantes, es decir, aquello que pensamos acerca de nuestra manera de ser o de nuestras habilidades y que titulamos con expresiones del estilo: “soy muy malo hablando en público” o “soy un desastre contando chistes”, “qué mal entono” o también “no me organizo”
Todos esos miedos van enredándose en una milimétrica red que poco a poco y si no lo detenemos irá envolviéndonos, provocando nuestro miedo al miedo, esto es, temer cómo puede manifestarse el miedo en sus distintas formas. Habitualmente ni siquiera lo nombramos, sustituyendo el término por otros como vértigo, aprensión o sentido del ridículo, respectivamente si se trata de enfrentarnos a una vuelta en la montaña rusa, una película de terror o el hecho de hablar en público.
Desde el Coaching la gestión de esta emoción tan poderosa parte de la confrontación, para lo cual es conveniente realizar un ejercicio previo de visualización en el que dotamos de personalidad, ponemos nombre y apellidos al miedo. ¿A qué tenemos miedo? ¿qué es lo que nos inhabilita para hacer lo que deseamos? En este punto os invito a ser muy sinceros con vosotros, localizando y definiendo cómo es ese malestar que sentís y qué es lo que hay detrás. La visualización implica la personificación del miedo, convirtiéndolo en una figura con rasgos que nos permita identificarlo con mayor facilidad. En este punto, la libertad de nuestra imaginación es la que crea el personaje.
Una vez personificado, con forma, el siguiente paso consiste en situarlo sentado enfrente de nosotros. Para ello puedes crear la escena colocando dos sillas enfrentadas, en una de las cuales te sentarás tú. Mira ahora al miedo, fíjate bien en su tamaño, rasgos y postura. Es el momento de hacerle preguntas:
1.¿Quién eres?
2. ¿De dónde vienes?
3.¿Para qué estás aquí?
4.¿Qué quieres de mí?
5.¿Qué puedo hacer por ti?
6.¿Qué quieres que te dé?
7.¿Cómo me vas a ayudar?
Las respuestas que nos dé nuestro personaje nos servirán para desenvolver la emoción, a la que iremos desposeyendo de ese poder que creemos total. Como casi todo en Coaching, cuanto más entrenemos más fácil nos será conocer a nuestro miedo, negociando cada vez las condiciones de nuestro “contrato” emocional. Esta herramienta puede sernos útil no únicamente para el miedo, sino también para otras tan poderosas como la ira o la tristeza.
Y recuerda que…
- El miedo es una emoción que todos tenemos, incluso los más valientes
- Se puede tener miedo a montar en la montaña rusa, a una película de terror, a hablar en público, a cambiar de trabajo o a terminar con una relación, aunque sea tóxica para nosotros
- La emoción de miedo se hará más y más fuerte cuanto más nos escondamos de ella
- Dice la sabiduría popular que no es más valiente aquél que no tiene miedo, sino quien se enfrenta a él y lo vence
- Cómo negociar con el miedo: personifícalo a tu manera, siéntalo enfrente de ti y pregúntale qué es lo que quiere y para qué aparece en este momento
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