La incertidumbre es quizá lo que más duele. Desconocer a qué carta quedarse, tanto desde el punto de vista laboral, como familiar o personal, pero especialmente desde lo emocional, pues prácticamente desconocemos cómo debemos sentirnos, ¿verdad?; este retorno al presente requiere más energía de lo que pudiera parecer en principio, aunque lo estemos deseando; me refiero a volver a salir.
“El miedo tiene mucho temor al miedo, a que lo vean; viene a avisarnos de algo y cuando lo confrontamos, se va”, dice José Manuel Fernández, ponente del Centro de Estudios del Coaching (CEC), que recomienda “contarlo, decirlo, pintarlo con forma humana, lo que supone hacerlo presente cuando es futuro, por la incertidumbre” Tales palabras sirven de resumen a las sensaciones que nos invaden en estos días, en los que ya no estamos de cuarentena, aunque ¿qué nos pasa? ¿queremos salir? El caso es que sí, pero no; ¿será una variedad del denominado “síndrome de Estocolmo”? sí, ese padecimiento de la nieta del multimillonario Hearst ocurrido hace 44 años y que la llevó a compadecerse de sus captores y maltratadores, vinculándose emocionalmente a ellos.
Va a ser eso: la costumbre, la cual, sumada a los temores a la enfermedad y al aplazamiento, nos empuja a quedarnos “por si acaso”, a amarrarnos a lo que consideramos nuestro entorno seguro. Inma Puig, reputada psicóloga, asegura que “no tenemos elección: en momentos de urgencia la respuesta siempre es emocional; ahora es el momento de las emociones, que durante mucho tiempo han vivido como hermanas pobres de la racionalidad” Dice la autora de “La revolución emocional” que para poder racionalizar se necesita tiempo e información, si bien “ahora que desconocemos la veracidad de la última y que no sabemos si es pronto o tarde, es el momento de las emociones”.
Y es que ante una situación incierta, que nos obliga a salir fuera de la zona de confort, sentimos angustia y ansiedad; “todos estamos sufriendo pérdidas en cadena, tanto en el trabajo, como en nuestra vida social, con respecto a nuestra libertad o también la pérdida de los seres queridos, por lo que es preciso hacer un duelo, incluso a través del luto” dice Inma Puig; “hay que enfocar la situación de forma diferente, esto es, no podemos tratar a las personas como si no pasara nada, cuando están produciéndose pérdidas que nos provocan sufrimiento con sus correspondientes fases de incredulidad, rabia, depresión y aceptación; esta última nos permite salir adelante”.
Qué hacer en el entretanto
Una de mis más recientes coachees empezó la cuarentena antes que la mayoría de los españoles, pues su sistema respiratorio no presentaba demasiadas fortalezas, a pesar de que hacía y hace una vida como la de cualquier otra persona, actividad física incluida. Se encerró antes de que se decretara el estado de alarma y no quería volver a salir. Miedo a la enfermedad, a la muerte, a contagiarse o a transmitir el virus a los suyos. Su familia, que convive con ella, le llevaba todo lo que ella pudiera necesitar, pues ni siquiera quería comprar online, por temor, de nuevo, a la entrada de la enfermedad en su hogar.
Durante las semanas de cuarentena ha conseguido llenar su tiempo con el teletrabajo y las tablas de ejercicio a través de la Red; sin embargo, cuando ha llegado el final del encierro, el miedo ha vuelto. Durante las dos primeras sesiones telefónicas realizadas, Carlota comenta que ha vuelto a sentir ansiedad en el mismo grado que cuando empezó la pandemia. Siente que la respiración se le acelera sólo de pensar en salir y confiesa que debido a su negativa ya ha discutido varias veces con su marido, quien le anima a dar un paseo, aunque sea sin hacer ejercicio. En nuestra sesión más reciente, he invitado a la coachee a trabajar sus miedos, mediante la personalización de la emoción y la entrevista de siete preguntas (quién eres, para qué estás aquí, qué quieres de mí, cómo me vas a ayudar). Desde esa misma tarde, Carlota afirma que duerme mejor y ya ha conseguido llegar a un acuerdo con su miedo. El término con el que resumió su estado al final de la tercera sesión fue ‘negociación’.
“Esta crisis nos va a recolocar nuestro rol como personas”, dice Irina de la Flor, experta en Coaching de la Consciencia; “la gente ha tenido tiempo para aburrirse, escucharse, para pensar en que el sistema tecnológico que se ha generado ha permitido un rápido desarrollo cognitivo, aunque en el proceso hayamos perdido la atención plena”; “se nos ha olvidado disfrutar de las cosas pequeñas, de la familia, de las amistades, de estar solos, de preguntarnos a qué hemos venido” Para esta reconocida coach, el actual es un tiempo para rehacer, para “rediseñar nuestra forma de vivir; es importante observar que somos mucho más que nuestros procesos mentales, pero también es hora de conectar con nuestro corazón para saber qué es lo que nos hace felices y sumarlo a la felicidad de los demás”.
Inma Puig aclara que “la tecnología es neutra, depende del uso que le demos y una forma de aprovecharla es cuando conectamos con alguien a quien tenemos lejos, es decir, ahora nos acerca, aunque antes esa misma tecnología nos separaba de quienes teníamos al lado”; “nos quedan tiempos muy bonitos por vivir, pues sólo lo auténtico nos emociona y la memoria nos lo recuerda; la experiencia nos indica que sólo aprendemos lo que nos emociona y debemos darnos cuenta de que si no hay emoción, no hay vida”
¡Feliz Vuelta! ¡Feliz Coaching!
Y recuerda que…
- Ahora que ya podemos salir, el temor a lo que podría pasar actúa como yunque emocional que nos retiene en casa
- En momentos de incertidumbre, desde el Coaching te invitamos a vivir el presente, el aquí y ahora, a prestar tu atención plena a las pequeñas y grandes cosas de cada día
- Conocer nuestros temores, confrontar las emociones y pactar con el miedo son acciones hacia nuestro objetivo: volver a salir
- Es hora de conectar con nuestro corazón para saber qué es lo que nos hace felices y sumarlo a la felicidad de los demás
- Nos quedan tiempos muy bonitos por vivir, pues lo auténtico nos emociona y la memoria nos lo recuerda
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