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¿Cuáles son tus valores?

¿Qué parámetros marcan tu día a día? ¿Cuáles son los valores que te guían en la vida? ¿Concedes más importancia a la lealtad que a la simpatía? ¿Cómo andas de sinceridad? ¿Es la ternura la que te mueve? ¿Qué cualidades te conmueven más en tus seres queridos? ¿Te riges por tales valores? ¿Cuál es tu grado de coherencia con los mismos?

La cualidad o el alcance de significación de algo es lo que mide su valor y nos marca la importancia que tiene para nosotros. El medio social, cultural y familiar determina en parte esos valores que, cuando maduramos, constituyen nuestras coordenadas de conducta. Moral y ética nos llevan entre los márgenes del bien y del mal; sin embargo, desde el Coaching, os invito a hablar en términos neutros y a definir cuáles son esos valores que nos mueven a hacer, decir y pensar; a creer y a realizar, a alcanzar un propósito o a tomar una determinación.



Te doy a elegir entre los siguientes valores, extraídos de las cartas de la Inteligencia del Alma, de José María Doria: humor, creatividad, ternura, propósito, libertad, aceptación, intuición, verdad, alegría, aventura, armonía, entusiasmo, independencia, transformación, apertura, flexibilidad, integridad, voluntad, coraje, lucidez, inspiración, templanza, atención, altruismo, amor, perdón, paz, confianza, sanación, eficacia, generosidad, éxito, fortaleza, lealtad, gratitud y serenidad. Es más: te propongo añadir otros tantos, pues quizá ninguno de los citados anteriormente conformen tu decálogo de valores.

En cualquier caso, esos parámetros son el resultado de la alineación entre lo que pensamos, decimos y hacemos, brindando congruencia a nuestras acciones. Además, constituye un entrenamiento en lo que se considera la ley de la Atracción, es decir, al pensar que la vida es valiosa, la propia vida así nos lo va a confirmar y lo mismo si ocurre al contrario. Los valores matizan y en ocasiones fundamentan nuestras creencias, las cuales a su vez responden al mecanismo automático que le imprimen esos valores. Es entonces cuando se puede entrar en un laberinto en el que el valor se aplica a los demás, pero no a nosotros mismos.



El caso de Susana

Hace un año aproximadamente, una coachee acudió a nuestro gabinete Diga Coaching para iniciar una consulta. Susana sentía que su relación con Elena no era todo lo clara que ella necesitaba, ya que, a pesar de que la coachee se esforzaba en mostrarle su amistad, Elena no siempre le respondía. Por ejemplo, ante terceros la exclusividad casi tiránica de Elena no permitía a Susana ampliar su grupo de amigas y cada vez que la coachee conocía a un chico que le gustaba, Elena se interponía emitiendo juicios acerca de él o mostrándose más cercana a la coachee, demandando su atención.

Tal conducta agotaba a Susana, quien empezaba a sentir abatimiento, además de soledad en esa especie de “prisión” en la que se había convertido su relación con Elena. La coachee ponderaba por encima de todo la amistad y la lealtad, pero la respuesta de su amiga no era lo que ella deseaba y le hacía sentir culpable y, en sus términos, “mala amiga”.



El proceso de Coaching de Susana se centró en una revisión de cuáles eran sus valores, cuál su grado de respeto hacia los mismos, cómo le hacían sentir y de qué manera se proyectaba hacia los demás; en este caso, hacia Elena. Aquélla se dio cuenta de que la amistad y la lealtad eran dos de sus valores fundamentales; sin embargo, los aplicaba a los demás, pero no a sí misma. Así, ella se sentía amiga de Elena y era leal a ella, aunque no proyectaba ese respeto a la amistad de la otra persona y tampoco mostraba lealtad hacia sí misma. 

Una vez identificada esta ruptura entre lo que pensaba, decía y hacía, Susana resolvió sus dudas y mediante una herramienta DEPA (Descripción, Emoción, Petición y Agradecimiento) expuso a Elena su concepto de amistad. Al parecer esta última decidió romper la relación, aunque confesó a Susana que entendía su petición. A la coachee comprender el grado de cohesión con sus valores le sirvió para identificar prioridades.

Diario de Coherencia

“Es importante ser consciente de que cada cosa que haga tiene un fin” dice Irina de la Flor, coach especializada en Coaching de la Consciencia; “si pienso que mi valor es la familia y sin embargo no estoy apenas con ella, he de reflexionar si existe o no coherencia entre lo que valoro y lo que primo por encima de otras cosas”; “es la toma de consciencia de lo que es importante para mí y de la acción de mi mente a propósito de esos valores”.

La reputada coach nos propone la herramienta del Diario de Coherencia de Valores; lo primero es definir cuáles son nuestros valores principales; para ello, trazamos varias líneas verticales en un folio, formando tres columnas. En la primera por la izquierda y como cabecera consignamos los términos “valores personales”; en la columna de al lado, titulamos como “nivel de importancia”, siendo 1 el equivalente a muy poca y 10 mucha. La columna de la derecha se titula “valores puntuados con 9 ó 10”. 
Rellenamos en primer lugar los valores que se nos vengan a la mente; podemos ayudarnos de la relación descrita por Doria más arriba. Adjudicamos a cada valor una puntuación y marcamos con una “X” los de mayor importancia.



En otro folio definimos esta vez cuatro columnas, enunciadas respectivamente como “circunstancia”, “valor no respetado”, “emoción y/o pensamiento” y “proyección”. Rellenamos las columnas, atendiendo al momento en el que hemos notado incongruencias en nuestro valor; por ejemplo, en el proceso de Susana, la lealtad era uno de sus valores fundamentales; en circunstancias en las que ella y Elena estaban con más personas, Susana sentía que algo fallaba en su valor, pues sentía malestar ante la forma de actuar de su amiga. El valor no respetado era la lealtad, que le hacía pensar y sentir que era “mala amiga” por desear amistad con otras personas. La proyección que hacía Susana era contraria a su valor, que no se aplicaba a sí misma.

“Este diario nos permite realizar un análisis de cuál es el nivel de coherencia entre nuestros valores y el boicoteo que nos hacemos”, dice Irina de la Flor; “por ejemplo, si deseo relacionarme y no obstante discuto con esa persona; pues lo que hago, pienso y digo de los demás se corresponde con una proyección hacia los demás; es importante ver que los errores empiezan en nosotros”. 

¡Feliz Coherencia! ¡Feliz Coaching!

Y recuerda que…

- ¿Cuáles son los valores que te guían en tu día a día? ¿es la lealtad, la voluntad, el coraje, la generosidad, es la gratitud, la alegría o la verdad? 
-  En una columna escribimos los conceptos que son más valiosos, asignándoles un nivel de importancia mínima o máxima entre uno y diez 
- Hay una línea que une lo que pensamos, decimos y hacemos; al pensar que la vida es valiosa, la vida así nos lo va a confirmar, fluyendo hacia ese valor
- Mediante un Diario de Coherencia observamos la relación entre la circunstancia producida, el valor no respetado, la emoción que surge y la proyección hacia los demás
- José María Doria, a través de sus cartas de Inteligencia del Alma, propone extraer una después de formular una pregunta: el concepto resultante dará respuesta a nuestro valor


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