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¿Qué hay detrás de las manías?

Al levantarte, tienes cuidado de poner primero el pie derecho; tomas el café en tu taza de la suerte, te maquillas empezando primero por los labios, pues sólo así estás segura de que tendrás un buen día; dejas hecha la cama antes de hacer esa llamada tan importante y frotas tus zapatos veintitrés veces por cada lado, pues sólo así quedarán verdaderamente brillantes. Posiblemente seas consciente de que tienes una o varias manías; desde el Coaching te invito a explorarlas y a ver qué es lo que ocurre por detrás



Cuando era adolescente, recuerdo que una de mis compañeras de clase, a la sazón mejor amiga, me confesó durante un recreo que ella sabía cuándo iba a aprobar un examen y cuándo lo iba a suspender, pues tenía un método infalible para preverlo; se trataba de que al volver a casa la tarde anterior a la prueba, al situarse ante alguno de los tramos de escaleras del metro y subirlo, si los escalones sumaban pares, aprobado seguro; si por el contrario eran impares, suspendería. Me acuerdo que le pregunté por el porcentaje de aciertos en esa correspondencia, el cual venía a ser del 100%, según mi amiga. No se me ocurrió dudar de la veracidad de tal sistema, aunque sí de su verosimilitud pues, al fin y al cabo, era posible que, dada su certeza incontestable, forzara ella misma el resultado a través de la poderosa sugestión. En cualquier caso: ¿para qué necesitaba esta compañera valerse de supersticiones? Poco a poco fui descubriendo que mi amiga tenía, como casi todos, sus manías. 

¿Qué es una manía? Es una preocupación caprichosa, una afición exagerada por algo o por alguien. Se dice que es prima hermana de la superstición, que es cuando se exagera la fe o la estimación por algo. Se trata, por tanto, de valoraciones excesivas contrarias a la razón e incluso a la emoción, ¿o no?



Si no atiende a patología alguna, la conducta maniática es simplemente eso, una forma de comportarse; sin embargo, podemos preguntarnos qué es lo que hay detrás de esa manera de colocar los libros en la estantería, de disponer los platos en el escurridor del armario, de colgar las prendas de vestir según colores o de obligarse a dejar hecha la cama antes de salir del domicilio, so pena de… ¿de qué? ¿Para qué necesitamos hacer las cosas así? ¿Qué pasa si dejo los cacharros en el fregadero porque hoy no tengo tiempo para recogerlos antes de mi cita? ¿Y si la cama se queda sin hacer hasta que vuelva del trabajo? 

Desde el Coaching ésta es quizá la zona cero: ¿qué hay detrás de esos y de otros comportamientos compulsivos, maniáticos, supersticiosos? Os invito a evitar el juicio, es decir, cada cual tiene su propio sistema de hacer las cosas; únicamente os propongo que os preguntéis: tal manera de actuar, ¿os produce bienestar o por el contrario malestar? ¿os frena o evita que realicéis otras acciones?; en definitiva, ¿os complica la vida? Si es que sí, os incito a probar, a entrenar otras maneras de proceder.

Uno de mis mentores durante mi formación como coach me contó que tiempo atrás solía ordenar su mesa de trabajo alineando todos los objetos en paralelo o en perpendicular; cada mañana, tardaba varios minutos en recolocar lo que la tarde anterior había dejado aparentemente ordenado, de modo que su actividad no comenzaba hasta que seguía esta especie de rito del orden. Él mismo se dio cuenta un día de su obsesión, pues no atendió una llamada importante porque no había completado su ritual, y ello le supuso la pérdida de un encargo interesante. 



Cómo cambiar de registro

Hace tiempo una amiga me invitó a conocer su casa; mientras me acompañaba en el recorrido, mostrándome la distribución de su hogar no me percaté de que, tras salir de los baños yo cerraba la puerta, mientras ella volvía a abrirla. Al repetirse la escena por tercera vez, en el cuarto de aseo de la planta baja, mi amiga se posicionó detrás de mí y abrió la puerta de nuevo. La expresión de su cara fue lo que me hizo darme cuenta de su ligero fastidio; mientras lo hacía me comentó que ella dejaba las puertas de los baños abiertas para favorecer la ventilación. En ese mismo instante fue cuando me percaté de una de mis manías: en mi hogar los cuartos de baño habían de estar siempre con la puerta cerrada. Si no llega a ser por la reacción de mi amiga, quizá no habría sido consciente de mi hábito; y es que cuesta un poco darse cuenta de las costumbres que se vuelven inflexibles en una misma, ¿verdad?

Y como esta anécdota hay miles, cuya observación me ha permitido reconocer algunas de mis manías más arraigadas, como la de tener cerrados cajones y armarios o reprender a quien pretenda abrir un paquete o una botella con los dientes. Sí, ya sé que hace sonreír la lectura de los tics de los demás; sin embargo, de la observación de manías ajenas se puede aprender por dónde andan las propias. 

Volviendo al caso de mi mentor, tras conocer la que era su manía principal, el orden milimétrico de su escritorio, empezó a trabajar ese condicionamiento mediante pequeños gestos de desorden tales como tumbar en parte alguno de los libros en sus alineadas estanterías, o revolver a propósito la mesa de trabajo, dejando cada elemento en la posición aleatoria en que quedara. Y marcharse, salir del despacho “sabiendo que reinaba el caos en mi oficina”, me comentaba entre risas, aunque reconociendo que en aquellos momentos lo percibía casi con angustia. Y a esto vamos, al estrés, a la desazón que nos llega a provocar dejar de hacer las cosas tal y como nos dicta nuestra costumbre. 



Desde el Coaching y a modo de ejercicio para mejorar la higiene mental y emocional, os propongo trabajar esos hábitos que nos controlan, aquellos tics que, aún sin llegar a ser TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) nos condicionan de alguna forma. ¿Cómo cambiar de registro? Os invito a seguir varias fases:

  1. Reconocer y asumir cuáles son nuestras manías. Como quiera que a veces es difícil darse cuenta por uno mismo, ¿qué tal si pedimos la colaboración de la gente que nos conoce? Os incito a que no os toméis de modo personal el feed back o retroalimentación por parte de vuestros familiares y amigos, lo cual puede entrenarse con herramientas tales como el sentido del humor. (Tratad de imaginar mi escena personal de cierre y apertura de puertas en la vivienda de mi amiga, su gesto de fastidio y el mío de incredulidad… aún me da risa)
  2. Una vez establecida la pequeña o gran lista de posibles manías, os propongo reflexionar en qué medida os condicionan; por ejemplo, el caso de una coachee que cuando era adolescente tenía que encender y apagar la luz de su dormitorio tres veces antes de salir, por temor a que le ocurriera algo catastrófico en caso de no cumplir con el rito. Tras reflexionar se ha dado cuenta de lo que había detrás: frente al estrés que le generaban los estudios, aquel tic le proporcionaba una forma de control, aunque no fuera real. Olivia lo había resuelto hace tiempo, aunque ha sido hace unos días cuando se ha dado cuenta de lo que había detrás de esa conducta.
  3. Ya tenéis cuáles son las manías y hasta qué punto os condicionan y/o os frenan en vuestra vida cotidiana. Os invito a que evaluéis cuáles de ellas os hacen destinar más tiempo y si tal actividad os proporciona bienestar o malestar emocional. Si es esto último, os invito a terminar con ellas.
  4. Vencer las manías. Un entrenamiento escalonado, es lo que os propongo desde el Coaching; podéis emplear las herramientas del interrogatorio cara a cara con la manía (¿quién eres? ¿para qué estás aquí? ¿cómo es que te descubro ahora? ¿qué me quieres señalar? ¿cómo me vas a ayudar? ¿qué hago contigo?), también el buen humor: ríete de las manías, empezando por las propias. En este punto te propongo que cuentes con la complicidad de tus personas queridas, pues serán quienes te acompañen de una manera más delicada. 

Un aspecto más: tened en cuenta que casi todos tenemos manías, supersticiones y tics, pues son atajos que nuestra mente emplea para imponerse mediante el ego e intentar controlar lo incontrolable, la emoción. Ya se sabe que al ego hay que dejarlo salir de vez en cuando; sin embargo, os invito a no dejaros mangonear por estos pequegrandes impulsos de nuestra personalidad.

¡Feliz Exploración! ¡Feliz Coaching!

Y recuerda que…

  • Una manía es una preocupación caprichosa, una afición exagerada por algo o por alguien 
  • ¿Qué hay detrás de la manera que tenemos de hacer algunas cosas, con un automatismo casi rígido? 
  • Se dice que la manía es prima hermana de la superstición, que es cuando se exagera la fe o la estimación por algo 
  • Como trasfondo, la manía es un intento de controlar, de medir y de gobernar, compensando esa parte sobre la que creemos que no tenemos poder alguno: nuestros pensamientos y emociones 
  • Te propongo que pruebes a dejar los cacharros sucios en el fregadero, la cama sin hacer o la ropa sin recoger para dedicarte a lo que es prioritario en ese momento y… a ver qué pasa 

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