En ocasiones un suceso, algo que nos ocurre, nos permite ver la vida de otra manera. Quizá sea que la Navidad está muy cerca, pero la historia de una de mis coachees hace pensar en la magia.
Me cuenta Silvia que hace unos días se dirigía a un cóctel de empresa tan habitual en estas fechas. Iba rápido porque llegaba justa de tiempo. “Pensaba”, me dice, “en el regalo que iba a comprarle a mi pareja, en si le gustaría la sorpresa, en qué cara pondría… “A Silvia le encanta regalar, tanto como recibir regalos, también le gusta la Navidad, a pesar de que la relación con su familia sea conflictiva; a Silvia le gusta pensar en lo que le hace sentirse bien, tanto en el trabajo como en su tiempo de ocio.
Pensando, pensando, llega a un cruce de una calle pequeña, espera a que cambie el semáforo y se da cuenta de que hace un día precioso, con algo de viento y una temperatura que hace que “huela a Navidad”; sin casi darse cuenta, sonríe mientras se acuerda “¡qué ilusión le hará mi regalo!” Cambia el semáforo, su pie izquierdo baja de la acera mientras mira al edificio de enfrente, su destino. De repente, la escena cambia a modo cámara lenta. Casi no llega a girar su cabeza hacia un brazo que, por su derecha, hace las veces de barrera, al tiempo que un impulso interno le obliga a parar. Justo entonces un vehículo todoterreno pasa casi silbando por delante de su nariz.
¡Ya está! Sólo un segundo, lo que habría bastado para que la arrollara. Se oye un “es que el semáforo justo había cambiado” y alguien que responde con un “no, que ya llevaba en rojo para usted un tiempo”. Silvia agradece con un gesto a la mujer del brazo salvador, que añade “has estado a nada del atropello” y mi coachee siente y dice “el ángel de la guarda”. Mira a la conductora del vehículo, que se ha detenido a un metro del cruce y le dice: “por favor, ten más atención” mientras le sonríe.
Darse cuenta
En la sesión, mi coachee comenta que ha tenido un despertar “me he dado cuenta de que hay algo o alguien que vela por mí, que me acompaña y me ayuda” El consuelo que le ha dado esta experiencia se une al asombro que sintió: “no me he asustado, tampoco he sentido miedo, ni siquiera enfado contra la conductora que se saltó el semáforo”; “he sentido paz, mucha paz porque he comprendido que aunque haya momentos en los que podemos perder lo más importante, incluso la vida, es algo que no se puede controlar, por lo que lo que importa es el aquí y el ahora”
Y es que desenvolviendo la Navidad descubrimos el para qué de lo que nos ocurre, surgiendo historias fantásticas de todos los días, ¿verdad?
Y recuerda que…
- Al desenvolver la Navidad surgen historias fantásticas de todos los días, descubrimos los para qué de lo que nos ocurre
- A Silvia le gusta hacer regalos tanto como recibirlos de las personas a las que quiere
- Ella sintió que una voz le avisó e impidió que sufriera un accidente
- “Me he dado cuenta de que hay algo o alguien que vela por mí, que me acompaña y ayuda”
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