Abres un cajón, apodado cariñosamente “de las maravillas” dado su variopinto contenido, y casi saltan al rostro alambres de cierre de las bolsas de pan de molde, clips, pincitas para cintas de regalo, cordeles del envoltorio de la pastelería o minibolsitas con autocierre, además de botones, alguna que otra pila rara y plana, llavecitas de candados extraviados o sorpresas de los roscones de años sucesivos. Suele haber un punto de pragmatismo que nos hace preguntarnos: y yo, ¿para qué quiero todo esto? ¿Qué hay detrás del desorden? ¿y de la acumulación de objetos? ¿qué nos lleva a guardar cosas simplemente porque sí? Algunas de las respuestas pueden encontrarse al seguir las enseñanzas del milenario arte chino del Feng Shui. Basado en la filosofía taoísta, se nutre de tres principios básicos como son el orden, la limpieza y la seguridad. Pero antes de ordenar es preciso desechar, reciclando, tirando, regalando o vendiendo aquellas posesiones que ya no usamos. Emoción...